Las zonas de sacrificio son éticamente inaceptables

-El ordenamiento territorial es una necesidad urgente que posibilitaría la coexistencia pacífica entre las actividades humanas y el medioambiente.

Ramiro Bustamante recuerda sus paseos por Quintero, cuando hace dos décadas, solía ir a trotar con su hijo arriba de los hombros. En esa época, el investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB, recorría la costa de esta bahía de la Región de Valparaíso, atravesando sus emblemáticas playas como el Papagayo, las Conchitas y los Enamorados. Iba contento, avanzando por estos territorios rodeados de llanuras, esteros y bosques.
Sin embargo, y tal como ha sucedido en otros rincones del país, este balneario y territorios aledaños como Puchuncaví y Ventanas, se han transformado en zonas de sacrificio debido al fuerte impacto que la actividad industrial, instalada en los alrededores, ha tenido sobre la salud y el bienestar de sus habitantes y su entorno tanto terrestre como marino. Un hecho que ilustró este efecto, fueron las casi dos mil consultas por intoxicación, vómitos y dolor de cabeza, que se recibieron el segundo semestre de 2018, y que afectaron directamente a los habitantes de estas localidades.

Y si bien, estos hechos y la contingencia actual han obligado a acelerar procesos de descontaminación y descarbonización -con el cierre de todas las centrales termoeléctricas chilenas, antes del 2050-, Ramiro Bustamante asegura que el esfuerzo debe ser mayor y que lo óptimo es hacerse cargo de industrias instaladas que liberan otros materiales contaminantes, como metales pesados y petróleo. “Las zonas de sacrificio son éticamente inaceptables por las consecuencias sociales que traen y que, en primera instancia, afectan a la salud humana y generan pobreza. Y además, su existencia no guarda ninguna relación con las concepciones más modernas para la conservación de la biodiversidad”, comenta el académico del Departamento de Ciencias Ecológicas, de la Universidad de Chile.

Sacrificio por desarrollo

Una zona de sacrificio, es un territorio que, surge como una decisión racional de utilizarlo para un fin -por ejemplo, económico- e independiente de cualquier otra consideración social o ambiental. Así, se producen zonas con una concentración masiva de industrias contaminantes y desechos tóxicos, en un perímetro muy cercano a la población. Esta idea surgió en Estados Unidos cuando se tomó la decisión de “sacrificar zonas” para la experimentación con radiación nuclear en un momento en que era estratégico tener a la brevedad una bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial. Luego, el concepto se continuó aplicando para concentrar actividades industriales en zonas con indudables ventajas logísticas.

“Que existan zonas de sacrifico en nuestro país es realmente macabro pues no se toma en real consideración la opinión de la población que habita estas zonas, teniendo perfecta conciencia del daño ambiental y de salud pública que ocurre. En el caso de Quintero, lo que ahí vemos es un intento por maximizar la actividad productiva, en un lugar cercano al mar a donde pueda llegar combustible y petróleo para producir energía, y luego tener una refinería de cobre para la pequeña y mediana industria y un puerto para sacar de ahí estos productos. Sin embargo, aquí no se evaluó el impacto de estas instalaciones, transformando a esta comuna, en una zona de sacrificio”, señala el investigador del IEB.

Respecto al impacto en las comunidades, Ramiro Bustamante explica que los habitantes de estas zonas, también ven alteradas sus actividades laborales. “Los pescadores no pueden pescar y los agricultores no pueden cosechar, porque una consecuencia importante es que el contorno de estas áreas también se ve afectada, pues la contaminación no queda contenida en esa zona y se propaga en el territorio hacia zonas aledañas. En Ventanas, por ejemplo, el humo de anhídrido sulfuroso que se producía, ha dejado su huella en la tierra, haciéndola muy poco productiva, explica el Dr. Bustamante.

Impacto en la biodiversidad

La existencia de estos territorios en localidades como Tocopilla, Huasco, Mejillones, Coronel y Puchuncaví, no sólo impacta a nivel social, sino también del entorno natural, ya que no están acorde a las visiones más modernas de biodiversidad, “que implican conservar, incluyendo ambientes en los que coexisten ciudades, industria y agricultura”. Respecto a las medidas impulsadas como la descarbonización, el académico señala que estas son importantes a nivel de reducción de emisiones de CO2 y por ende, del efecto invernadero. Sin embargo, la liberación de sustancias químicas al medio ambiente, es de la mayor gravedad, según acusa el científico del IEB.

“Los efectos sobre la vegetación son un tema serio pues se sabe muy bien que los compuestos químicos de metales como el cobre, petróleo y plomo, se concentran en los tejidos de plantas y animales, afectan el sistema respiratorio de las personas e incluso producen la muerte de animales y peces”, asegura el académico de la U de Chile.
En ese contexto, uno de los problemas que advierte, es la magnificación biológica, un fenómeno ampliamente documentado en la literatura. Dicho proceso, propaga los contaminantes hacia todos los niveles de las mallas tróficas. “Si una lombriz empieza a comer humus de tierra contaminada, entonces ella concentra contaminantes en su organismo. Luego, un pájaro que come diez lombrices diarias, al hacer esto, acumula diez veces también los niveles de metales en su cuerpo. Y si enseguida, un depredador como el águila, atrapa y consume al ave, entonces la concentración de sustancias tóxicas en su cuerpo también se incrementa y por tanto, el daño sobre esta especie será muchísimo mayor”.

¿Qué medidas se podrían tomar? El ordenamiento territorial, es una estrategia de uso de tierra que podría resolver estos graves problemas de contaminación. Ello, mediante de nuevos acuerdos que permitan definir roles para diferentes zonas del país, estableciendo formas más óptimas de convivencia entre naturaleza, poblaciones y estructura de vialidad. “Si avanzamos en esta línea, podríamos evitar numerosos daños. Y para esto, es importante que científicos, políticos y empresarios, podamos sentarnos a dialogar y decidir cómo manejar la tierra, definiendo qué áreas geográficas son para producción industrial, pero bajo ciertas condiciones que impidan instalar zonas de sacrificio. La idea es que la industria produzca la menor cantidad posible de residuo y si lo hace, que pueda transformarlo a elementos inocuos. Existe la tecnología para hacerlo. Ejemplos en el mundo también los hay, como en otros países más desarrollados, que no cuentan con zonas de sacrificio y en donde el concepto de conservación de biodiversidad se encarna hasta en los maceteros de las casas”.

Tal vez, indica el científico, los espacios de discusión existentes actualmente, a propósito de los movimientos sociales que están ocurriendo en nuestro país, no den la oportunidad de reflexionar qué tipo de país queremos desde un punto de vista ambiental y podamos incorporar en la agenda los temas de la conservación de la biodiversidad y desarrollo económico en un contexto de sustentabilidad.

Fuente: ieb-chile.cl

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